domingo, 28 de febrero de 2016

Capitulo 23

Le miré sin palabras. Vale que se parecieran, pero no me esperaba que fuera su padre... Mucho menos que me hubiera mentido. Ni cabeza era un caos en aquel momento. No sabía que hacer, ni tampoco cómo reaccionar.

-No debiste decirlo así tal cual-dijo gruñendo el capitán. Claramente no le gustaba que supieran su "gran" 
secreto.

-Bueno, al menos lo dije, no como tú. Papá-contraatacó el tritón remarcando la última palabra para 
enfurecerlo, cosa que logró con creces porque le miro con un odio... Además de que se le había inchado la 
vena del cuello.

-Tú no sabes mis razones-siguió en un susurro gritado.

-Quizás sí que las sé: te tiraste a una sirena y me tuvisteis a mí. Para que la gente no se enterase, te fuistes sin decir nada, como si no hubieras hecho nada, como si no fueras el culpable. ¡¿Sabes lo que le podrían haber hecho a mi madre por tu culpa?! Pero por suerte ella era más lista que tú, pirata.

Y ahí ya no supe de qué hablaba.

-¿A qué te refieres?-preguntó el capitán igual o más confuso que yo.

-A nada que te incumba-respondió con voz fría.

-Muchacho, no me hables de esa manera-dijo amenazando.

-Pues tú a mí tampoco-respondió agitado.

Puse la mano en su hombro notando que se destensaba controlandose un poco.

-Escúchame, este es mi barco y haré lo que me de la gana, como si te tiro por la borda.

-Soy tu hijo.

-Como si eres el rey.

Sonrió con frialdad, y diciendo las palabras lentamente, como si fuera estúpido, contraatacó:

-Que te den.

Su rostro orgulloso se crispó como si hubieran roto un palo quemado de golpe, y una expresión furiosa apareció en él. Se acercó a él levantando el brazo, mientras que Eider estaba impasible, como si nada. Me impresionaba su calma, y me impresioné a mí misma cuando me puse delante de él poniendo la mano en el pecho del pirata impidiendo avanzar. Solo esperaba que no me cortara la mano y fuera una especie de piratucha también, pero con un parecido a el Capitán Garfio. Me estremecí al imaginar ese futuro.

-Uy, pero si la novia le tiene que defenderle porque no tiene cojones de defenderse solito y enfrentarse como un hombre.

-Para empezar, no soy su novia. Para acabar, eres un gilipollas.

-Ay, Eider, a tu novia hay que lavarle la boca. ¿Hay que hacerle algo más quizás?-dijo levantando mi falda con un bastón.

-No la toques, asqueroso-fue la respuesta de Eider, poniéndome detrás.

Se rió cínicamente.

-Seréis nuestros rehenes-dijo, e hizo un movimiento con la mano, haciendo que nos inmovilizaran-. Que lo paséis bien en los calabozos.

-¡Pero eres su padre!-le espeté tratando de huir, pero sus hombres tenían fuerza.

Estúpidos piratas.

-Ya te dije que me da igual, como si era el rey.

Gruñí mientras dejábamos atrás las risas como si fuera lo más divertido del mundo, y nos hacían bajar escaleras hasta llegar a la parte más baja del barco, donde habían unas celdas de hierro. Nos tiraron ahí y cerraron con llave. Que típico. Ahora escaparíamos como los héroes y aventureros burlapiratas que éramos. Con suerte, claro está. Con suerte y un milagro o dos.

Me senté en el suelo con la espalda apoyada en los barrotes. Podía sentir la fuerza del agua del mar mover el barco. Y nosotros estar en lo más hondo del barco. Y por tanto, en medio del mar. Joder.

-¿Estás bien?-mre preguntó Derek, hablando por primera vez.

-Sí, ¿por qué?

-Porque estás muy pálida, pareces un vampiro-dijo viniendo y rodeándome con un brazo.

-Si te pones muy cerca y acabo vomitando, me da que tú serás la primera víctima. 

Se apartó lentamente dejándome mi espacio, cosa que agradecí.

Miré a Eider, que me miraba.

-Ya sé lo que piensas, Delia. Que soy un mentiroso por no contártelo, pero a un tritón le encanta decir que es una deshonra para su raza.

-No te estaba juzgando, yo lo entiendo.

-No necesito que entiendas nada, hada.

-Eres irritante, tritón.

-Pues vale, bien por mí.

Me dieron ganas de pintarme los globos oculares de blanco y tenerlos así un buen rato.

-Como sea, pero ahora tenemos que pensar en una forma de escapar.

-Bueno, les gusta Delia, se los puede ligar.

-¡¿Me estás vendiendo?!

-¡No! Pero eres muy guapa, con tu enorme belleza podrías conquistarles con tan solo unas palabras de tu dulce voz-dijo excusándose.

-No es mala idea...-intervino Eider pensando en voz alta.

-¡¿Pero por qué me queréis vender?!-me quejé.

-No, piénsalo. Ni siquiera tendrías que desnudarte. Puedes camelarte al capitán, y disimuladamente vas mirando la brújula, moviendo el timón fingiendo que lo tocas, siempre sonriendo. Y así los engañaremos haciendo que vayamos al siguiente destino.

-No soy una prostituta. Además, si me pillan, ¿qué pasará? 

-Que tendremos que entrar nosotros.

-Muy bueno, cerebrito, ¿pero cómo rompemos los barrotes de la celda?-dijo Derek.

Rodando los ojos tocço su tatuaje de tridente, y una vez lo tuvo en mano, hizo derretirlos.

-Para eso haberlo dicho hace 5 minutos y salíamos antes-refunuñó.

-No soy estúpido ni suicida, no iba a salir sin un plan. 

-Pues ahora que lo tenemos, adelante.

-Pero, ¿y si lo hago mal?-dije con miedo.

-Lo harás bien.

-Pero se darán cuenta de que he salido.

-Mira, Delia, ellos son listos, pero piensan con el pene. No se fijarán.

Bufé irritada y empecé a subir las escaleras, con sus miradas en la espalda. Todo dependía de mí, vaya mierda.

-Vaya, que calor hace aquí-dije al salir abanicándome con la mano. Solo tenía que actuar como si me hubieran puesto el sol entre las tetas y resultaba que tenía calor. Bien, de momento fácil.

Un par de miradas se situaron sobre mí, y sonreí encantadoramente caminando como si fuera sobre un hilo hasta el capitán, que me miraba.

-Vaya, se conserva usted muy bien... Me siento tan intimidada-añadí mordiéndome el labio. Me había asegurado de mirar la brújula antes de entrar, por lo que apoyé la mano en el timón.

Un hombre, que parecía más listo, fue a decir que qué hacía ahí, pero le dieron un golpe y se cayó.

-Sí, bueno, es lo que hace el deporte-se rió orgulloso sacando pecho.

Mientras que por fuera sonreía encantadora y enrollando mi largo pelo en un dedo, por dentro estaba en plan Que te den, viejo verde, Ojalá te mueras, Ni barba bonita tienes, Feo, y demás cosas agradables.

-He recapacitado sobre mi comportamiento, y la verdad es que admito mucho como maneja a estos chicos y este barco tan grande. ¡Yo no sería capaz!-solté unas risitas.

-Bueno, ya sabes, la práctica hace al maestro.

-Y es usted un maestro muy guapo-le sonreí moviendo más el timón, miré la brújula un fugaz segundo, que la tenía escondida en los zapatos. Ya estábamos muy cerca.

Sonrió ampliamente mostrando sus dientes de oro, y comenzó a relatarme sys aventuras mientras que yo iba moviendo el timón y mirando la brújula... Hasta que la vieron.

-¡Eh! ¿Qué es eso?-la cogió uno de los tripulantes sacándola, y alzándola.

-Bueno, verás, es para ponerme guapa, ya sabes...-reí.

-Tiene flechas. ¡Esto es una brújula!

-Sí, ya, ¡sorpresa!-dije esperando que los dos compañeros míos aparecieran de una buena vez. Y vaya que lo hicieron.

-¡Nos vemos, viejos!-gritó Eider saltando y cogiendo la brújula tirándose al agua. Derek, que venía detrás, me cogió en brazos y saltamos al agua.

El impacto nos recibio, y Eider, que se había convertido en sireno, nos cogió y echó a nadar tan rápido que parecía un torpedo. Llegamos en 1 minuto a una playa. Ni a respirar me dio tiempo, por lo que cuando salí arrastrándome, tosí y tosí... Hasta que recordé mis alas.

-¡Mis alas...!-chillé al verlas caídas, completamente mojadas, al no tener el mejunje ese.

Las moví, pero pesaban.

-Delia...-empezó Eider.

-No, ¡cállate! Mis alas, joder...-me tiré del pelo desesperada.

-Seguro que se secan, es como lo mío de la cola.

-¡No! ¡Las he perdido!

El tritón me cogió de los hombros haciendo que le mirase.

-Mira, Delia, a lo mejor se secan, pero a lo mejor no. Yo no sé nada, pero sé que te juro que como no las puedas usar más me arrancaré las escamas que hagan falta para hacerte unas nuevas, buscaré la forma de arreglarlo. ¿Vale?

Asentí sabiendo que hablaba su lado culpable, y me dio un apretón en los hombros. Supongo que era como un abrazo suyo, cosa que me reconfortó un poco. 

Me senté en la arena mientras Derek, que me había mirado con pena y luego me había abrazado, junto a Eider, cavaban.

-Ya está, esta es la entrada. Vamos, hada.

Asentí levantándome, y juntos pasamos al mundo de, bueno, medían como 5 metros más, así que de los gigantes.

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