sábado, 13 de febrero de 2016

Capítulo 5

-No te vayas-murmuré dubitativa ya que era la única compañía que tenía, sin contar a los pájaros, ni a los lagartos, ni a demás animales que no me iban a ayudar porque no era la Sirenicienta, una popular protagonista de un cuento para niños.

-¿Por qué no? He de ir a buscar tu brújula o sino permanecerás en este lugar por un largo tiempo. Además, estás mirando mi tridente como si te lo fuera a clavar en el estómago.

Ups, me pilló.

-Bueno, es como si me traigo un cuchillo afilado y lo tengo en la mano como si nada, sabiendo tú que yo soy tu enemiga maximus.

-Tú puedes tenerme miedo, pero yo también puedo tenértelo a ti.

-¿Y eso por qué?

-Pues porque ambos somos enemigos, nosotros tenemos una idea de vosotros, y vosotros de nosotros.

-¿Y por qué no me matas?

-Porque tú no me has hecho nada. Porque no voy a matar por matar.

-Pero mi especie mató a la tuya.

-Y la mí a la tuya, así que estamos a mano.

-¿Entonces no eres una bestia despiadada y cruel?

-No.

-¿Me puedo fiar de ti?

 -¿Y yo de ti?

-Sí.

-Sí-respondió él.

-¿Quién es tu padre?

-Pez Vader.

-Muy bromista.

-Muy normal-respondió con tranquilidad, y, la verdad, le tuve que dar la razón ya que mi pregunta no era la más normal.

-No, ahora en serio.

-Neptuno.

-¿Neptuno? ¡Peoro si sois muchos! El tío tiene mucho vicio-bromeé con una sonrisa.

-Oye, no te pases-dijo con sus ojos amarillos, que por cierto me daban mal rollo, mirándome.

-Perdón, perdón.

Recorrí su cuerpo con mi mirada, fijándome en uno de sus brazaletes. Tenía una brújula.

-¿Crees que puede servirme?-la señalé.

-No. Cada mundo tiene la suya.

-Pero pensaba que vuestra tecnología era mejor.

-Y yo que vuestra inteligencia era mejor.

-Para con las pullas.

-Igualmente.

-¡Son opiniones!

-Pues lo mío también.

Bufé irritada. Empezábamos con buen pie.

-Soy Delia-dije suspirando-. Soy Delia y quiero que me saques de aquí.

-Yo soy Eider.

-Encantada.

-Igualmente-me tendió su mano mojada, libre del tridente, y más arriba enseñaba un tatuaje de dicho objeto, para invocarlo.

Se la estreché. Quizás no eran tan malos después de todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario