lunes, 15 de febrero de 2016

Capítulo 9

Después del puñetazo que me dio haciéndome un corte en el labio e inchándome la nariz, me cogió del brazo y me condujo al interior de la selva, como si lo hubiera perdido por ahí. Daba igual, tenía que distraerle de Eider, el cual debía estar sufriendo de una manera bruta... Ni quería ponerme en su lugar. Era como si me metieran una ala en agua ardiendo y la otra la dejaran al aire libre. Doloroso se quedaría corto. Solo esperaba que alguien le hubiese ayudado, no importaba quién.

-Y bien, ¿dónde está?-me preguntó impaciente, deseoso de irse de aquel lugar.

-Debe de estar cerca, aparecí aquí, no creo que se haya ido muy lejos-sonreí para descarga run poco de tensión, aunque dentro de mí, en el fondo, tenía miedo. Miedo por mí y por Eider. Porque no sabía hasta cuánto podía aguantar el montaje. Y, peor. Porque no sabía hasta cuando podía seguir viva. Yo, y Eider.

-Bien, pues ponte a buscar-me ordenó con ansias, e hice lo que me ordenaba tratando de alejarme lo máximo posible como si siguiera un rastro.

Lamentablemente, él me seguía con tranquilidad, como si la paciencia fuera algo de su día a día, algo que acostumbrase a tener, sin alterar sus facciones.

-¿Qué estás haciendo? No te alejes tanto, tu brújula no tenía patitas para irse tan lejos, y dudo mucho que en todo el tiempo que ha pasado en que no he estado vuestra tecnología haya avanzado tanto.

-Bueno, eso tú no lo sabes. 

-No, tienes razón. Pero existe algo llamado rumor. Y también razonamiento. 

-¿Quién sabe? Hay viento.

-No tan fuerte. Y además la brújula es pesada.

Y, sí. En ese momento me dejó sin argumentos. Por suerte, un hermoso canto se comenzo a oír, filtrándose por nuestros oídos y haciendo que él entrara en una especie de trance. Imaginándome lo que era, fingí que rascaba mi oreja aprovechando y taponando la entrada de sonido con mis dedos, excusándome tras un "Me pica".

Sus pies sin que el lo quisiese se moviefon en dirección a aquella voz. Extraño me resultaba que no se hubiera resistido o pareciera que me hubiera pasado más veces. Supongo que en aquel lugar no había mucho peligro o simplemente no las había antes. Había mil opciones.

Una vez lo tuve fuera de mi vista, volví por el camino recorrido en dirección a Eider, que estaba junto a su hermano, que al verme me miró con pánico, pero que aún así fue calmado por él nombrado.

-¿Estás bien?-preguntamos ambos a la vez, y soltamos una risa extraña de la tensión que había al ver ambos nuestras heridas.

-¿Donde está el duende malo?-preguntó su hermano, que no aparentaba tener más de 15 años, aunque probablemente tuviera 100 o así, dependiendo como fuese el paso del tiempo en aquel lugar.

Por ejemplo, yo tenía 200 años, pero aparentaba 16 o 17 debido a que por ejemplo 30 años eran 5 o algo así. Había que hacer dragonáticas y con lo que me dolía la cara y la cabeza no estaba por la labor.

-Soy Ronan-se presentó su hermano diciéndole una cosa al oído a Eider-. Ahora venimos, tiene que salir del agua y tenemos aue encontrarle ropa.

Asentí algo confusa y me senté en el borde del lago tocando el agua alterando algo que seguía su curso, de una manera hermosa y perfecta. No tardaron en volver, quizás 5 o 6 minutos, pero Eider vino vestido con una camiseta blanca, unos pantalones negros de cuero y una chaqueta negra también encima de la camiseta arremangada por encima de los codos que dejaba ver su tatuaje. Así, con el pelo mojado y tirado para atrás para que no molestase, y el estilo de ropa... Se veía, no sé, muy guapo. Parecía malo, un chico malo de esos, un hadaboy, pero le quedaba sexy. 

Ladeé la cabeza como un perro mirándole.

-¿Qué pasa?-preguntó incómodo.

-Nada, solo te miraba.

-Pues no me mires.

-Tengo ojos para algo.

-Yo desde luego, para estar viendo un pibón-intervino Ronan, y me reí de su intento, mientras su hermano le daba palmaditas en el hombro comprensivo.

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