sábado, 30 de abril de 2016

Capitulo 30 Maraton

Eider

Joder.

Si mi primera palabra y pensamiento fueron...Joder. Que estoy haciéndolo con una hada.
Bueno también lo fue...¡Me cago en la puta! ¡Por fin la he podido hacer mía, coño ya! Y en  mi mente saltaba de euforia. Desde hacia un tiempo pensé muchas veces en estar en una cama con ella, sobretodo cuando nos comíamos la boca. Cuando tenia piernas, la cosa que me colgaba y ahora tenia dentro de ella, se me ponía dura nada mas mirar sus piernas y su falda. Era algo ridículo, pero os juro que sentía una necesidad y una especie de excitación que no era normal.

Sin darme cuenta empece a mover rápido las caderas, y de fondo en mis pensamientos, oía sus gemidos mas altos que los míos. Era mejor que escuchar a una sirena cantar. Os lo puedo asegurar.

Le cogí la barbilla, la puse la cabeza  contra el suelo y le guiñe un ojo, volviendo al presente y haciéndole ver que era consciente de lo que hacia. Ya que me estaba arañando todo el pecho y la espalda.

-Tranquila hada, no te romperé a la mitad-Sonreí malvado inclinándome y dando mordiscos a su cuello

-¡Eider...Eider...!-Oí como gritaba mi nombre entre sus gemidos, y yo cada vez iba mas rápido, hasta que empece a ir lento, notando un hormigueo por todas mis piernas.

La verdad es que el momento fue...mágico, diría ella. Para mi fue pura pasión. Nunca había sentido tantas ganas de algo en mi vida. Verla gemir, sonreír y sonrojarse mientras todo su cuerpo se entregaba a mi, era algo que era digno de grabar, o enmarcar.  Estaba preciosa, mientras que su piel lila flojo brillaba como mil diamantes bajo mi cuerpo, sus ojos azules me miraban hipnotizados, como si hubiera llegado al cielo, y jamas quisiera bajarse. De sus labios...Ya ni hablemos, esos labios finos y el de abajo algo carnoso, siempre dulces como si siempre desayunase alguna magdalena y se le olvidase limpiarse el azúcar. Resultaba tan dulce, y a su vez tan sexy...que ya no sabia si tenia que tratarla como una princesa o directamente hacerla mía.

Sentí una sensación de mucho placer a lo largo de la cosa que me colgaba entre las piernas, intentaba no dejarme llevar pero lo veía complicado. Porque quería seguir, quería seguir haciéndola gemir, quería verla debajo mio diciendo que me quería, como sonreía, como cerraba los ojos y sus labios se abrían para soltar mi nombre en susurros que me ponian la piel de gallina.


 Delia

De todas las comidas que me habían encantado, de todos los vuelos altos y excitantes, nada, nada me había hecho sentir tan bien como me hacían sentir los movimientos de cadera de Eider, que se movía encima de mí a veces con lentitud, a veces con brutalidad. El caso, es que era excitante, y cuando gemía mostrándolo, hacía que resultara más excitante para él. Nos complementábamos, qué se iba a hacer.

Por otro lado, el pobre tenía el 50% de su cuerpo cubierto por arañazos que yo (amablemente ante todo), le había hecho. No me miréis raro, es cosa de lo que pone, sobretodo si era el chico que te gustaba, que encima era muy pasional.

-Eider...-suspiré de placer una vez más.

Y salió corriéndose, haciendo que su semen cayera por la arena, aunque algunas gotas alcanzaorn mi parte íntimida.

-Eider, no pasará nada, ¿no?

-Tranquila, no podrá fecundar el óvulo, no me corrí dentro.

-¿Y si resulta que sí?

-Asumiré el riesgo.

Asentí pensándomelo, porque en parte tenía razón, no había posibilidades.

-Has sonado muy empollón.

-Es que soy inteligente, hadita-me sonrió tumbándose sobre mí sin poner demasiado peso, y dándome besos en los labios.

-Ya lo veo, ya-dije peinándole con cariño, y le di un beso en la frente.

-¿Crees que hemos ido muy rápidos?

-Como si hubieramos ido lentos. Lo único que habría cambiado es el tiempo, porque los sentimientos seguirían siendo los mismos.

-Tienes razón.

-Siempre la tengo.

-Mentira.

-Verdad.

-Mentira.

-Calla-dije besándole, y mordí su labio con cuidado.

Él simplemente apoyó la cabeza sobre mi corazón. Lo único que me incomodaba era que sentía su colega en mi estómago.

-¿Estás cómoda?

-Quitando que siento tu amigo en mi estómago, sí-dije haciéndole reír.

-Te aguantas. Delia?

-Si?

-Espero que te des cuenta de que solo te sonrío a ti. Espero que sepas el significado.

Asentí.

-Gracias-y le abracé, sintiendo su pecho desnudo contra el mío.


Eider

Lo ultimo que recuerdo fueron besos.

Nos quedamos dormidos, agotados como si acabásemos de hacer una carrera por todo Niume. Me sentía cansado, agotado y hambriento. No se que hora era, pero la noche se había adueñado de nuestro día.

Salí de nuestra cabaña algo desmontada..."Sonreír con malas intenciones". (Cosa que no me extrañaba en absoluto) Porque nos habíamos movido como nunca. Nade un rato en el mar, hasta que vi a Delia salir, con su vestido algo arrugado. Le observe a la luz de la luna, mientras se peinaba con la mano y sonrojada miraba las estrellas que brillaban

-Espero que me perdonéis padre y madre...-Murmuro tapándose aun mas con la manta que tenia sobre los hombros.

No me iba a enfadar, ya que en cierto modo, yo pensaba mas o menos lo mismo. Si se llegaban a enterar de lo que habíamos hecho...No sabia que pasaría. Solo se que sufriríamos.

Mire el cielo tumbandome encima de las olas del mar, que acunaban mi cuerpo magullado y cansado. De todos los tritones que conocía, era el que mas resistencia tenia, y aun así, no podía con mi alma.

No dejaba de pensar en Delia, en el momento en el que la penetre, cuando gimió mi nombre sin parar, cuando sus ojos pedían a gritos que no me detuviera jamas. En su cuerpo desnudo debajo del mio, observando su piel lila brillar ante el sudor que emanábamos los dos al estar en continuo movimiento. Viendo sus pechos perfectos, su estomago plano que chocaba con el mio cuando me hundía en lo mas profundo de ella. En sus piernas abiertas dándome paso hacerla completamente mía. Por que lo era.

Sonreí mirando el cielo nocturno, observando las constelaciones que me recordaban a muchas cosas. Entonces me acorde. Mi hermano. Manzur. El Elfo oscuro que había contratado para aniquilarme. Y yo estaba aquí, en el mar, como si nada sucediera. Me había olvidado de todo, y se sentía bien. Y a la vez...Horrible

-¡Eider! ¡Eider!-Oí la voz de Delia. Nade hasta la orilla donde habían piedras enormes, y la vi encima de una, en la cual me apoye mirando sus piernas desnudas

-¿Que pasa Hada?-Le sonreí apoyándome en los brazos, admirando a mi chica. Espera...Lo era? Ni idea. Igualmente no diría nada, a ver cuanto tardaba en quejarse de que no le había pedido de salir.

-Lo que pasa...-Me miro triste-Es que jamas...

-¿Que ocurre Delia? -Estaba exigiéndolo, mas que preguntando-Me estas preocupando

-Ocurre, que jamas pensé que diría "Te quiero" a un tritón como tu-Se quito la toalla, y junto a ella,  el vestido. No llevaba ropa interior. Estaba desnuda, y esta vez, se entregaba a mi para que me apoderase de ella. -Adelante

-Te vas arrepentir-Susurre, y la baje al agua besándola, y poniéndola contra la misma roca en la que antes estaba.

Note sus manos enredarse en mi pelo, mientras uno de mis brazos la pegaba a mi, y el otro vigilaba de que no se diera cabezazos contra la roca. La tenia sujeta por la nuca clavando sus labios con los míos. Como deben estar, como siempre tuvieron que permanecer.

-Vas a dejarme sin aire Eider...-Se rió suave contra mis labios-No soy una sirena...tonto...

-No, no lo eres. Eres mejor-Cole la lengua dentro de sus labios y nos hundí debajo del mar.


Delia

Califiqué ese día como el mejor de mi vida, pero también temí decepcionar a mis padres si llegaban a enterarse. Yo ya era mayorcita y sabía lo que estaba bien o mal, y ellos (y toda la comunidad hada), estaban empeñados en decir que si te juntabas con un tritón o con una sirena estabas condenado. Sinceramente, creo que nunca se dignaron siquiera a hablar civilizadamente con ellos, mucho menos se enamoraron. Y si alguien lo hizo, lo ocultó. Quizás por vergüenza, quizás por el temor a lo que podían hacer, ya que los que fueron descubiertos se sometieron a humillaciones y otras crueldades. Pero yo sabía el riesgo. Y estaba dispuesta a correrlo. Quizás la frase esa de que se hacían locuras por amor eran ciertas.

Miré la luna, pensando. Si una hada iba ella misma a hacer el amor, se entregaba a esa persona. Me preguntaba si Eider lo sabía. Si no era así... Yo me encargaría de hacérselo saber. Así que me levanté, caminando contra el viento. No le había visto irse a ningún lado, pero sabía que estaría en el agua, así que me senté en una de las rocas, y le llamé, probablemente asustándolo. Pero conseguí el efecto deseado al desnudarme: me entregué a él. Y él lo entendió. Y yo entendí que, si en mi mundo no éramos aceptados, sin duda lo seríamos en el mar, yo al menos siempre que lo tuviera a mi lado.

Nos zambullimos en el mar en medio de besos, yo ya sin miedo al agua, porque él me había demostrado que si había algún problema, me salvaría. Y lo hizo, porque pude respirar perfectamente bajo el agua. Solo tuvo que poner su mano sobre mis labios y, ¡pum! Fue como si tuviese branquias o algo parecido.

Y me pareció divertido cuando me hizo suya bajo el agua. Incluso algunos peces pasaron por nuestro lado, pero nos ignoraron. Reí como nunca, aunque al principio me daba miedo tragar agua.

Finalmente, quedamos tendidos sobre la arena del fondo del mar, mirando ambos al cielo que se veía más allá. Parecía tan lejos... Pero no me importaba, porque el tacto de su mano y nuestros dedos entrelazados era el cielo en esos momentos.

Moví su brazo haciendo que lo colocara bajo mi cuello, y lo abracé con tranquilidad. Su herida ya se había curado, y ahora solo tenía una pequeña cicatriz que yo acariciaba con delicadeza.

-Delia... ¿Y mi hermano?

-Mañana volveremos y le iremos a buscar. Te lo prometo. Lo encontraremos-le aseguré, acariciando su mano en círculos con mi pulgar.

Asintió, y simplemente nos quedamos ahí, el uno para el otro. Hasta que me di cuenta de algo.

-Eider, tú eres un titrón, ¿por qué no tienes la cola ahora mismo? Antes de entrar al agua la tenías.

-Me he dado cuenta de que ha sido por desear no tenerla, y así hacerte el amor. Si yo quiero, puedo volverla a invocar, por así decirlo.

-Estás descubriendo tantas cosas que podrías hacer un libro.

-Sí, hada, tienes razón-sus ojos sonrieron, y nos fundimos en un último beso.

Capítulo 29

Me lo quedé mirando. Nunca en mi vida había sentido tanta curiosidad, nunca. Peor esa era su esencia. El misterio. El dejarte con las ganas, y, ante todo, arrastrar con él esa forma de ser tan rebelde, por decirlo así, que me encantaba. Quizás nunca supiera lo que me iba decir, o quizás sí. Eso tampoco lo sabía.

Observé el mar. Ya no me daba tanto miedo el agua, solo lo que había en su interior. Pero a veces, el miedo es tu amigo. Y, no es un buen amigo.

Lo sentí cuando una fuerte ola contra el barco me tomó desprevenida, arrancándome un grito, pero, por desgracia, sin tiempo a agarrarme a algo, de manera que caí al agua helada.-¡Ayuda!-grité, pero no venía, nadie me oía. Y nunca me sentí tan impotente, como un bichito ante el pie de un gigante. Lo peor era que sentía que no tenía escapatoria. 
  
Traté de nadar, huyendo del barco, porque si me acercaba, me arrollaría, así que di brazadas y brazadas tratando de llegar a unas rocas que sobresalían del agua. Estaba tan cerca de salvarme... Y lo logré, ¿no? Conseguí agarrarme a ellas, mientras luchaba contra la fuerza de las olas, quizás para los piratas minúscula, pero para mí, que nunca aprendí a sobrevivir en agua, era muy grande.

Mientras tanto, gritaba y gritaba, rasgando mis cuerdas vocales, suplicando clemencia a algún Dios, pero no había ninguno. ¿Quizás hubieran ángeles, dispuestos a salvarme de mi pesadilla? 
  
-¡Eider! ¡Eider!-chillaba, agonizando al ver que mis dedos perdían la fuerza, y con ellos, mi esperanza-. Eider, ¡no me dejes morir!-seguía desesperada.

El cielo se tornaba nublado, y las olas aumentaban su fuerza, su poder ante mí, demostrando que no podían ser controladas. Y me solté, con mis brazos sin apenas energía, y mis piernas que no podían más. Y sí, traté, traté de luchar más, por más, por unos minutos más en el mundo, pero no podía más. Me estaba rindiendo, y a pesar de que no quería hacerlo, no podía más. Así que, en un último intento de vivir, cogí bocanadas de aire, permaneciendo a merced del mar, que me zarandeaba y me hundía, sin poder yo hacer nada. Y pasó. Agua se metió en mi boca, y aunque tosí, ya estaba bajo el agua, moviéndome de aquí para allá. Era mi final. Lo curioso es que, en vez de ver mi vida pasar delante de mis ojos, pensaba si este momento sería como en los cuentos; en que vendría mi príncipe a rescatarme. Me preguntaba si Eider ya se había dado cuenta de mi desaparición. Fuese como fuese, ya era demasiado tarde. Cerré los ojos, dispuesta a dormir una larga siesta, con la nana que el mar susurraba en mis oídos.

Y entonces me dormí, no sin antes sentir el abrazo desesperado de alguien. Y ya no sentí más dolor. Si esto era la muerte, no me gustaba. Lo veía todo negro y me sentía impotente al no sentir ninguna parte de mi cuerpo. Traté de chillar, pero en vez de eso, tosí, recuperando el control, sintiendo unas manos subir y bajar haciendo presión sobre mi pecho, y a continuación unos labios posarse sobre los míos tratando de sacar el agua de mis pulmones. Eran unos labios que conocía bien: eran los de Eider.

-¡Vamos. vamos!-decía, y me dio palmadas en la espalda cuando empecé a toser como una posesa.

Me di cuenta de que estábamos en una playa. ¿Cómo habíamos llegado hasta aquí?

Le miré en silencio porque sentía que no tenía fuerzas para hablar. Mi mirada era triste, angustiada, dolida. Y él la entendió, porque se tumbó junto a mí, abrazándome, y al oído, me sususurró:

-Tranquila, hadita, ya estás a salvo.

Su voz sonaba cansada, agotada.

-¿Qué ha pasado?-pregunté débilmente.

-Shhh, no hables. Yo te lo contaré todo.

Le miré mientras él respiraba agitado, aferrado a mi espalda. Con manos temblorosas, sequé el sudor que caía por su frente, que se mezclaba con el agua de su cabello mojado.

-Estaba haciendo unas cosas, ya sabes, cuando fui a buscarte, y vi que no estabas. Deduje que estarías en tu camarote o ayudando a alguien, así que fui a buscarte a tu camarote, pero estaba vacío y con la cama deshecha, justo como lo dejamos. Después, te busqué por la cubierta, preguntando de paso si te habían visto. Me dijeron que la última vez fue cuando estabas apoyada en la barandilla. Entonces, miré el cielo, gris, y luego las olas, no tan fuertes, pero mortales para una hadita como tú, que nunca tocó el agua. Y lo comprendí-me miró permitiéndose tocar mi mejilla con sus dedos fríos-. Estaba angustiado, y no tardé en saltar hacia el mar, nadando a toda velocidad buscándote. Y te vi. Y tanto que te vi, en el fondo del mar, tumbada en la arena mientras tu pelo se movía, pero tu pecho no. Estabas muerta, Delia, y yo queria estarlo si no te salvaba, así que te cogí de la cintura y te saqué del agua, llevándote a esta playa que me encontré, porque el barco estaba lejos.

-Pero tu padre...

-Ahora no me importa mi padre, ni los piratas ni nada. Cuando sea necesario alcanzarlos, los alcanzaremos, porque podemos, pero ahora tienes que recuperarte.

Asentí suspirando abrazándole, y una nota cayó sobre nosotros, y vimos a una gaviota alejarse. La leímos, y ponía "Os estamos esperando.".

-Es mi padre-suspiró.

-¿Cómo lo sabes? 

-Esa es su gaviota. 

-Me siento mal por quedarnos aquí.

-Solo será hasta mañana-me aseguró, tranquilizándome.

Y justo cuando iba a cerrar los ojos, con algo de fuerza ya, un grito agonizante de Eider me alertó, pero no pude ver nada porque me alejó escondiéndome tras una roca.

Miré disimuladamente, viéndole pelear a muerte con Manzur, el cual no sabía si me había visto, pero si lo había hecho, le daba igual, o tenía algún as en la manga. Suspiré, con el corazón a mil, recordando que en clases nos habían enseñado un poder que tenían las alas, que protegían ante todo, menos el agua, aunque creo que nunca lo probaron en realidad. Eso tenía su riesgo, y era que se rompiesen si el hechizo, por decirlo así, no se realizaba bien.

Así que me esforcé en encontrar la esencia de mis alas, en encontrar las venas que unían mis alas con mi espalda. Y me costaba, sí, me costaba concentrarme sabiendo que Eider podía morir mientras. Pero también sabía que era fuetre y que resistiría. 

Así que, cuando sentí mis alas protegidas, como un escudo, salí en el momento justo en que Manzur le hacía un buen agujero en el estómago a Eider, y se disponía a acabar con él.

-De eso nada, monada-dije interponiéndome entre ellos, abrazando a Eider, manchando así mi vestido de sangre, y recibiendo una cuchillada en mis alas, que la soportaron con dificultad, ya que se abrió una pequeña brecha. Pero no me importó, al menos en ese momento, porque le había salvado la vida.

Me giré, viendo que Manzur había desaparecido. Maldita rata cobarde. Pero mi atención debía estar dirigida a Eider, así que le miré, con preocupación.

-Dios... Eider... ¿Cómo puedo curarte...?-dije tratando de parar con las manos la hemorragia, pero era imposible.

Tosió sangre.

-No sé si podrás, hadita, pero... Gracias.

Le acerqué al agua, porque, si iba a morir, quería que lo hiciese en su hogar. Solo que no pensé que una mano dorada y casi invisible atravesase su estómago haciendo que dejase de sangrar tanto. Y tampoco pensé que aparecería un ser dorado, con cabello dorado, ojos dorados y piel dorada. 

Silenciosamente dejó medicamentos y comida, y se fue.

¿Qué? Era tan confuso todo.

De todas maneras, sabiendo que no tenía nada que perder, empecé a vendarle cantándole una nana, mientras que su mano ensangrentada se aferraba a mi brazo, sin querer irse de este mundo.

Una vez acabé, le abracé apoyando su cabeza en mi regazo y peinándole, observando las muevas de dolor que el trataba de ocultar.

-¿Te duele mucho?-le pregunté.

Asintió apretando mi brazo, y estiró el cuello hacia mí, consiguiendo que le mirara confusa.

Estiró también el brazo poniendo la mano en mi nuca, bajándome y juntando sus labios con los miós, moviéndolos con lentitud. Me dejé hacer devolviéndole el beso mientras que con los pulgares acariciaba sus mejillas.

Se separó un momento.

-Túmbate, me es raro besarte así-se quejó, haciendo que riera y me tumbara a su lado, cogiendo su mejilla y volviendo a besarle. 

Él esta vez puso su manoe n mi cintura pegándome a él, y a medida que el beso se tornaba más intenso, el apretaba su agarre cada vez más.

De pronto, por la emoción, puso la mano en mi culo.

-Eider-me quejé con timidez.

-Ay, calla, que me has puesto-se quejó él, apretando.

Yo me dejé hacer porque, para qué mentir, me gustaba.

 Dio besos en mi cuello mientras yo sonreía cómodamente.

-Hadita, constrúyeme una cabaña, porfa.

-¿Qué?

-Por favor.

Asentí porque sabía que nos íbamos a tener que proteger de frío, del sol y del viento de todas maneras, así que... Lo único que me molestaba era que hubiéramos interrumpido nuestro beso. Y se ve que no era la única, pues él tenía un bulto en su pantalón y se lo apretaba incómodo.

Reí por lo bajo recogiendo hojas de palmera y también troncos, construyendo así la cabaña. Tenía cierta experiencia porque cuando era más pequeña me gustaba intentar construirlas.

Acabé en, no sé, media hora, y fui a buscar a Eider, que tomaba el sol como si nada.

-¿Ya no te duele?

-No mucho, se está curando.

-Ya hice la cabaña.

-Vale, llévame-dijo, y asentí cogiéndole con cuidado y con un poco de ayuda de su parte conseguí introducirlo dentro de nuetsro improvisado hogar, permitiéndonos descansar de una vez de las intensas emociones vividas hoy.

Le tumbé con cuidado en el suelo, tumbándome junto a él.

-Oye, hadita, al final no logramos acabar nuestro beso en condiciones.

-¿Y qué insinúas?

-Que lo terminemos-sonrió con esa característica sonrisa suya tan pillina, y me cogió el trasero de nuevo.

 -Eres un poco cochino.

-Pues vale-sonrió como si nada besándome, poniéndose encima con esfuerzo.

-Oye, no hayas esfuerzo, te harás daño...

-Tranquila, estoy bien. Ahora sí.

Se quitó la camiseta permitiéndome ver su pecho y su herida casi cerrada. Le miré a los ojos, y él simplemente se inclinó volviéndome a besar, esta vez tomándose el tiempo de memorizar mis labios, al igual que yo memorizaba los suyos.

Lentamente bajo las manos por mis hombros jugando con las tiras de mi vestido y poniéndome la piel de gallina.

-Eider, ¿qué haces...?-le pregunté tímida.

-Me quiero entregar a ti. Antes de que sea demasiado tarde-dijo mirándome profundamente a los ojos.

-¿Pero no es muy temprano...? ¿Muy pronto...?

-Nunca es demasiado tarde para decir que me gustas-dijo acariciándome las mejillas, que rápidamente adquirieron un tono escarlata.

-Tú también me gustas-dije tímida.

-Además-prosiguió-. El tiempo no cuenta para querer o no a alguien.

Asentí algo embobada mientras él bajaba lentamente mi vestido, acariciando mi piel en el camino, y me lo quitó.

-Que vergüenza-dije.

-Tranquila-me susurró, y se inclinó besándome, cogiendo mis manos y poniéndolas en su pantalón. Sabía que era lo que quería: que se lo quitara. Y lo hice.

Entre besos, jadeos y mordiscos nos desnudamos. Y lo admito: nunca estuve tan nerviosa.

Le miré con el corazón bombeando a una velocidad de vértigo dentro de mi pecho, y él dio besos en mi cuello. Entonces lo sentí: como me penetraba. Dolía como la mierda, y no dudé en expresarlo con un quejido y tensamiento. Él paró, dejando que me acostumbrara, y una vez me acostumbré, consitnuó, con tranquilidad y con susurros tranquilizadores en mi oído. 

Una vez llegó al final, se quedó quieto permitiéndose un jadeo, y comenzó a moverse, primero lento. Ese momento era nuestro, lo sabía, lo sabía cuando le miraba.

viernes, 22 de abril de 2016

Capitulo 26

Una vez dentro hacia algo de frío pero por suerte antes de traerlos había hecho una pequeña hoguera que no se había apagado. Y estábamos tan lejos que nadie se daría cuenta del fuego. Derek se fue hacia el final de la cueva mirando hasta donde llegaba.

-¡Derek ten cuidado! -Le grito Delia con mas preocupación de la habitual. -Puede que haya alguna trampa o algo

-Pues acompáñame-Se quejo

-¡Espera!-Le pidió y me miro confusa.Desde que habían venido estaban muy raros. Había algo que me hacia dudar de ella, algo que me mosqueaba y no sabia porque, mi sexto sentido detectaba algo-¿Estas bien Eider?

-No se, dime lo tu-Me cruce de brazos-Al menos me esperaba un gracias, digo, no se, ¿las hadas no sois educadas?

-Gracias-Puso cara de aburrida y luego sonrió como una niña. Me abrazo.

No se lo devolví. Me miro confundida y me pego ligeramente nuestros labios esperando que se lo devolviera, por mas que sintiese un deseo de morderle los labios y arrancárselos, no lo hice. Esos labios ya  no eran los mismos, no entendía porque.

-Eider...-No le deje acabar, me cruce de brazos marchándome-¡¿Que pasa?!

-Voy a dar una vuelta, y de paso vigilar que no vengan, ¿si?

-¿Voy contigo vale? No te pongas celoso-Dijo en broma siguiéndome

-Ni estoy celoso, ni quiero que vengas conmigo. Gracias y adiós.-Me despedí y la deje petrificada marchándome por el bosque

Me fui observando el paisaje. Poco a poco entendía porque notaba esa sensación extraña con Delia. Pero eso era un secreto. Y se lo diría cuando tuviera que dejarlo ir.
Camine por el bosque hasta las narices de esta movida, yo solo quería respuestas, venganza. No necesitaba a una Hada estúpida jodiéndome el camino y a un príncipe que quisiera ser el héroe de la aventura. No hay ningún héroe, solamente hay tres idiotas

Fui a un pequeño lago escondido entre rocas, en una pequeña cueva que no estaba muy lejos de la nuestra. Descendí por ella encontrándome con un lago de agua cristalina, se veían las piedras del fondo  y el sol realzaba la belleza del lugar. A ella le habría encantado...Se habría emocionado, de no ser...

Oí un ruido y una piedra rodó por el suelo cayendo al agua. Me di cuenta que había sido yo al darle con el pie. Suspire

Me senté en  en el suelo de piedra  y me apoye en una de las paredes, mire el agua fijamente. Era todo tan hermoso...Un lugar donde por siempre descansar en paz. Para toda una eternidad

Poco a poco cerré los ojos quedándome dormido, oyendo las olas del mar haciéndome relajar poco a poco. Consiguiendo que cada uno de mis músculos se relajasen, me dormí.

-Estoy aquí-Susurro una voz muy dulce-Eider, estoy aquí. Estoy aquí
Abrí los ojos lentamente y vi en el suelo una foto arrugada, en blanco y negro de mi madre y yo

cuando era solamente un bebe, un tritón recién nacido, es el único recuerdo que tengo donde salgamos los dos. La recogí lentamente del suelo limpiándola la alce para verla a la luz del sol. Mi madre...Ainara Monroe. La mejor sirena de la galaxia, la mejor madre...simplemente la mejor. 

-Eider, estoy aquí-La voz volvió a sonar era como un canto dulce que te hacia estar tranquilo como si no hubiera peligro. Pero siempre lo había, no?
De repente la foto que sostenía en mis manos había desaparecido y tenia unas esposas, una brida que me sujetaba ambas manos. Mire fijamente las bridas sacudiendo las manos notando que se apretaban mas

Una mano se poso en mi mejilla, mire al frente lentamente. ¿Que...? No...

-Eider estoy aquí-Susurro de nuevo

-Mama...-Murmure con voz ronca y casi in audible-No...No, no. Tu estas muerta

-Y tu quieres respuestas-Me sonrió dejándome ver su melena rubia, tenia la cola en el agua y me acariciaba la mejilla-Tienes que encontrar a tu padre, el es único que puede sacarte de aquí...Y mantenerte con vida

-Cállate.-Gruñí con los ojos cristalizados. Me quemaban. Yo nunca lloraba, y si lo hacia no era por una niñez.-Cállate, estas muerta...

-Ronan...Prométeme que lo cuidaras.

-Cállate...

-Hazlo, mi pequeño...

-¡¡¡¡Cállate...!!!!-Le grite. De pronto no oí respuesta, no oí ningún chapuzon. No oí nada.

-Eider. Te necesitamos-Liriel apareció delante de mi, cruzada de brazos con su hermosa cabellera blanca cayendo por su hombro. Si los tritones tuviéramos corazón, me atrevería a decir que fue ella quien me lo arrebato y destrozo. Pero no tenemos.

-¿Para hacer un trió?-Conteste apretando los dientes

-No seas rencoroso, busca el perdón. Ese es tu mayor error.-Me acaricio la mejilla de la misma forma que mi madre y me dio un beso en los labios. Sentí dos emociones contradictorias, besarle de nuevo, y vomitar

-¡No pienso perdonar! ¡Sois unos mentirosos todos! ¡Solo tengo que continuar solo, y conseguiré lo que sea que me proponga!

-Hasta la muerte mas dolorosa-Dijo y su imagen centelleo como si fuera una película antigua que no funciona bien-O la mas lenta

-Deja de decir idioteces, total, ¿tu estas ocupada no?-Una vez mas no recibí respuesta, me sacudí para moverme del sitio y levantarme hacia ella que se quedo callada. Las esposas se cerraron mas, gruñí -¡Sacamelas! ¡Liriel!

Mire en su dirección pero ya no estaba. Ahí se encontraba Manzur, con mi madre a su derecha y Liriel a la otra. Y el cruzado de brazos sonriendo victorioso

-Así es como acabara todo amigo mio-Sonrió ampliamente haciéndome enfadar mas

-¡Eres un cerdo! ¡No me lo pensare dos veces, romperé tus alas, te dejare sin nada como tu a mi familia!Te destrozare la vida!

-Esperare con ansias nuestra batalla. Hasta ese momento, ya tengo algo con que divertirme-Se rio cogiendo de los cabellos a Liriel a mi madre y...

Desperté de golpe. Respire hondo y entrecortado tratándome de calmar

-¡¿Que mierda...?!-Cogí aire y busque la foto encontrándola metida en su sobre bien guardada y segura en mis pantalones. Respire mas calmado levantándome.-Genial, la mejor pesadilla del año...

Salí fuera encontrándome con Liriel.¿De verdad o de mentira? No lo se, pero cuando me vio se lanzo a mis brazos llorando. Me quede tieso

-¿Esto..Liriel?

-Eider...Socorro...-Murmuro con la voz rota-Eider...Lo siento...

Con esas cuatro palabras entendí su mensaje. Le cogí las mejillas y separe nuestras frentes que no se como se llegaron a juntar. Le mire a los ojos fijamente buscando su mirada

-¿Donde esta?

-Manzur...El...-Sollozo

Apreté los dientes notando como me quemaban los ojos.

-¿Lo ha...?-Negó y respire algo mas tranquilo

-Tenemos que salvarlo...Por favor...Eider...Le quiero...

-Y yo-Le cogí la mano

-Perdónanos...No queríamos...No sabíamos...-Le interrumpí tapándole la boca. No mas dolor, no mas lagrimas. No mas rencor.
-Al menos tenéis un cacho de corazón

Miro el suelo con tristeza

-¿Lo encontrare, pero como has llegado?

-Seguí tu camino, tampoco avanzaste tanto

-He encontrado a mi padre, y estoy...Estoy pensando en algo, pero no creo que sea la mejor de las soluciones

-Lo que sea por salvarlo-Asentí

Le lleve con ellos y juntos pasamos aquella noche, llena de tensión y miradas de odio. Derek y Delia habían dormido juntos, abrazados. Así que eran novios, genial. Aunque no entendía las miradas de odio de Delia a Liriel.

A la mañana siguiente caminamos hacia la playa.

-¿Que piensas?

-Yo nunca quise escapar de ese barco, pero tenia que poner a salvo a estos dos mendrugos
-Y ahora?

-Ahora toca volver

-¿¡Que!? ¡No!-Grito Delia-Nos costo salir, y a mi casi un alto precio!

-¡Pues quédate con tu novio! ¡Quedaros en la cama de la cueva acurrucados y refrotandos ahí como dos posesos! ¡Sera que no te a molado la nochecita! ¡Nadie te pide que vengas!

-¡¿Pero de que estas hablando?!

-¡¿De verdad te crees que soy tan imbécil?! -Me acerque y le mire con odio-Si quieres a un panoli arrodillado ante ti cógete al principito. Pero a mi me olvidas, no soy el juego de una hada.

-Eider, chicos. Mirad-Me gire viendo hacia donde señalaba su mano. Hacia un barco. El barco de mi padre que se veía enano en esa costa.

Corrimos hacia allí y subimos.

-Papa, tengo un favor que pedirte. Es importante, es mi hermano-Me miro fijamente y por un instante pude ver que me entendía, y que quizás, que a lo mejor en el fondo no era tan mala persona.

-Podéis quedaros, pero tendréis que compartir camarotes, las chicas tendrán que ser las cocineras vosotros limpiar, y alguna noche espero que ofrezcáis algún espectáculo que nos ponga todo de punta.-Sonreí malvado y me aparto de un empujón fuerte y bruto pero con un toque que solo yo capte de amistoso-Vosotros no, las dos señoritas

Les sonrió y ambas se estremecieron. Se miraron y se cruzaron de brazos.

-Pata de palo llevalos a su camarote!-Un hombre que estaba calvo y tenia ojos azules empezó a mirar si llebavan comida o algo. Y empezo a guiarlos hacia bajo cubierta

Me apoye en la barandilla viendo la arena desaparecer, suspire y respire bien hondo intentando captar la ultima esencia de este lugar

-Eider-Mi padre. Archer puso su mano en mi hombro y se poyo de lado en la barandilla de madera pulida mirándome fijamente intentando entrar en mi mente-No te atormentes

-No se porque debería-Le devolví la mirada-Quizás, eres tu el que se atormenta

-Si, me atormento por que tu madre no este aquí. Me atormento por muchas cosas, y sin embargo. Sigo mi camino. Sin importarme a quien mate por el camino, porque lo mas importante de mi vida, soy yo. 

No conteste mirando como Liriel salia y le pegaba un puñetazo a uno que le estaba mirando la falda que llevaba. Y Delia iba con unos pantalones cortos que había cortado ella, había dejado sus falditas. Le mire serio, sintiendo los músculos de la cara relajarse

Me dieron una palmada en la espalda. Maldito seas padre, podría avisarme antes de darme una palmada de que me tiraría por la borda si no tuviera reflejos.

-Oye muchacho-Me dijo alejándose de mi sonriendo, mirándome por encima de su hombro, de su chaqueta de capitán. Y dejando que su sombrero realzase la figura intimidante.-No la dejes escapar, no cometas el mismo error que tu viejo

-Yo no quiero a nadie-Mire a Liriel y a Delia que parecían ponerse de acuerdo para pegar a los piratas y gritarles

-Solamente te digo que no seas idiota, si la quieres díselo. No pierdas el tiempo. No pierdas la vida en un error.

Asentí lentamente planteándome. Planteándome que quizás, me convirtiera en un pirata. No estaría tan mal vivir en el mar. Lo haría. Algún día. Mire a Delia frustrada sentada en un banco lleno de musgo. La mire fijamente unos instantes, y luego mire el mar mientras todos los piratas se ponían a trabajar.
Me fui  a popa y empece a cantar en esa lengua del francés antiguo, viendo a tiburones mostrar sus aletas y perderme en ese caso que yo estaba montando.

Era la hora de la caza, y yo iba a por mi presa

Capitulo 28

Le bese con tanta pasión que llego un momento que ya no sentía los labios, ni siquiera los suyos. Notaba tirones, rampas de toda mi piel, músculos. Mi cuerpo decía que estaba mal, y el suyo también. Y aun así lo ignorábamos.

Note la mirada de alguien y un leve chirrido. Me separe lentamente dejando que los labios de Delia chocasen con mi mejilla, pudiendo así captar su respiración entrecortada. Vi a uno de los marineros que estaba con un palillo entre los dientes sonriendo.

Iba hecho una pena, sucio, con la ropa vieja y sucia. Y una sonrisa macabra realzaba el aspecto que tenia.

-Te quieren en cubierta novato.

-Ahora voy

-Más te vale-Sonrió de forma dura y salió dejando la puerta abierta

Me levante y me arregle la ropa que ya de por si era un desastre. Vi la mirada de Delia que se había sentado en la cama tocándose los labios con preocupación.

-Oye Eider-Me llamo en cuanto estuve a punto de salir sin mirarla. 

Mire por encima de mi hombro dejando que parte de mis melenas tapasen mis ojos

-Lo sé, lo tendré-Sonreí levemente captando lo que diría "Ten cuidado"

Salí a la cubierta y vi a mi padre cruzado de brazos mirándome

-Eider, sígueme-Hizo un movimiento con la mano para que le siguiese. Y eso hice. Le seguí hacia su gran camarote de capitán. Entramos

El camarote estaba bien decorado de cabezas de todas las criaturas posibles del  mundo de Niume. Y algunas que eran...simplemente leyendas. A los lados tenía grandes estanterías con libros viejos y enfrente una gran cristalera con cortinas corroídas que dejaba ver el mar. Pero delante de esto había un escritorio y muchas armas depositadas encima

-Creo que deberías guardarlas-Dije mirando un puñal muy extraño- ¿De dónde?

-¿De dónde qué?

-¿De dónde lo has sacado? 

-¿Te refieres a todo esto? -Asentí-Robando.

-No sé ni para que pregunto-Me acerque a una de las estanterías intentando encontrar algún libro que entendiera.

-Hijo, no encontraras nada hasta donde tu alcanzas. 

-¿Porque no?

-Cuando eras pequeño te traía aquí, y siempre rompías los libros y golpeabas con ellos a los duendes que tenia encarcelados hasta casi matarlos. No sabía si odiabas a los duendes o a los libros. Y por mas altos que pusiera los libros siempre encontrabas la manera de escalar la estantería. Así que todo se guardo donde tú no llegases nunca

-Y luego dicen que no soy divertido-Me encogí de hombros ante mi sarcasmo enfundando las manos en mis bolsillos-A donde va a parar esto,  ¿papa?

-Que a veces, tienes que dejar de buscar frente de ti, y mirar hacia arriba-Concluyo-Y que tengo una cosa para que veas.

En la mesa de su escritorio dejo una libreta, parecida a la mía. La abrió dejando ver dibujos de criaturas mágicas y que eran o leyendas o reales. Incluso de algunas tenia muestras, pelo una pluma una escama, lo que fuera. Era impresionante.

-Vaya...-Susurre sacando mi libreta y comparándola con la suya, la mía tenia dibujos de mecanismos antiguos, pequeñas profecías, y cosas que ya no entendía.-¡No puede ser...! ¿¡Estudiaste al Leviatán!? 

-Si esta en unos mares muy peligrosos. Y se de la existencia de uno en los mares de la costa negra. Donde viven los Drow, los conocidos elfos oscuros.

-Eso no le haría gracia a un Elfo que yo me se-Me senté en la mesa mirándole fijamente esperando algo mas-Dame una explicación

-Manzur no es un Hado. Es un Duende. Y tú lo sabes, pero siempre te estás negando aceptarlo porque...

-¡No me niego aceptarlo! ¡Es un Hado!¡O como quiera que lo llamen! ¡Es un monstruo!

-¡¿Si tanto odias a su especie, porque estas marreándote con una de ellas?!

Pegue un puñetazo a la mesa haciendo crujir mis dedos. Levante la mirada lentamente clavándola en sus ojos, pero los de él, ya estaban clavados en los míos

-Eso a ti. No te importa. Padre.-Dije con desprecio

-Está bien-Gruño arreglándose el gorro de capitán-Pero Manzur no es uno de ellos, aunque sería la excusa perfecta para odiarlo más. Sobre las alas, es un hechizo. Nadie puede cambiar lo que es, y él lo intento. No puede volar. Por más que lo intente, son decoración. Es un Duende. Lo que tu mas odias.

-¿Casualidad? No lo creo-Guarde mi libreta en la bandolera de tela vieja que llevaba. Y algo mas

-Eider. Esa cosa quiere matarte y se la razón. De hecho todos lo saben, le arrancase un trozo de sus alas. Se le evaporaran y su identidad quedara al descubierto. Por ti.

-Se lo merece. Se merece sufrir. Debe morir.-Abri la puerta dispuesto a salir e irme.

-Lo sé. Y salvaremos a tu hermanastro. Pero, cuando llegamos a su territorio. Deberás descender solo.

Asentí y me fui

Salí a cubierta, sacando a su vez su libreta que le había robado. Sonreí maquinador revisando sus anotaciones.

¿Drow, eh? ¿Eso era lo que Manzur había alquilado para atraparme? Vaya, vaya. 

-Aquí está el héroe-Dijo una voz divertida. Le mire

-Hola Liriel-Le salude guardando la libreta polvorosa.-¿Que sucede?

-Quería saber si habían novedades, creo que como tenga que soportar a todos estos me dará un ataque-Sonrió con tristeza

-No hace falta que esquives la pregunta-Me di la vuelta apoyándome en la barandilla mirándole fijamente mientras ella suspiraba y hacia lo mismo

-No lo hice queriendo, ¿vale? Porque también es cierto. Pero la verdadera respuesta ya la sabes

-Si, la se.Y por ello te tienes que calmar

-¿Es que tu no estás asustado?

-Si, lo estoy-Admití viendo a Delia salir y hablar con un marinero que le ayudaba del brazo porque se había dado en la cabeza con alguna cosa. 

-....y sinceramente ya nosecomo hacerlo para llevarlo mejor-Le mire confuso, y se rio-¿ Entiendes?

-¿Qué? No ¿Que has dicho?

-Nada, da igual-Sonrió, me abrazo con fuerza haciendo que me tensase. Se separo mirándome fijamente mientras yo  tenia los ojos clavados en el pirata que ayudaba a Delia

-¿Tu la quieres?-Me pregunto sin rodeos

-Esa pregunta no viene a cuento-Dije finalmente cruzado de brazos mirando a Liriel a los ojos

-Está bien. Pero hazte un favor a ti mismo, héroe.-Me puso un dedo en el pecho apretando como si me estuviera riñendo-Díselo

Me sonroje desviando la mirada a Delia, suspire devolviendo la mirada a Liriel que sonreía alejándose

Claro, díselo. Así tal cual. Como están sencillo ponerme yo solo de acuerdo..."Suspirar mentalmente"

Fui hacia popa y subí los escalones hacia la toldilla donde se encontraba el timón. Delia estaba con una venda apretándose la zona herida.

-No vales para estar en un barco-Le chinche

-Ya, ni tú para ser educado-Me remato.

Me acerque y le quite la mano de la cabeza viendo un chichón grande morado

-Vaya, si que te has dado fuerte

-Ya, no miraba por donde iba. Culpa mía

-Estoy seguro-Me sonrió y yo se lo tendí

Se lo puso mirando el mar y yo me aleje caminando ya que oía gritos de mi nombre para que ayudase a inspeccionar el fondo del mar o ayudase con las cuerdas. Oí su suspiro

Camine velozmente a paso firme y me puse detrás de ella con las manos en sus cederás notando como se sorprendía

-Te lo diré una sola vez. Así que escucha bien

-¡Eider!-gritaron de nuevo

-¿Si...?-Susurro mirándome sonriendo

-¡¡Eider!!-Grito un marinero subiendo

Suspire,  le guiñe un ojo a Delia

-¡Ya voy!-Grite yendo hacia el metiendo las manos en mis bolsillos

-¡Eh! ¿¡Y esa cosa que me tenias que decir...!?

-En otro momento sera-Sonrei 


Y me despedí con un saludo militar bajando por las escaleras.