viernes, 26 de febrero de 2016

Capítulo 19

Chillé al ver a Eider caer detrás de mí, y a los elfos astutos escondiéndose. Me dieron ganas de gritarles e insultarles, llamándoles cobardes y demás ofensas. Pero no podía hacerlo porque no estaban, y lo sabía ya que mi espada se había puesto verde en su presencia, y ahor apermanecía impasible, mientras asustada me arrodillaba a su lado con miedo a tocar sus heridas. Se volvió a poner verde de pronto y una cabellera de larga y rubia cabellera con puntiagudas orejas surgió de detrás de los árboles.

-¡Atrás!-dije firme señalándole con la espada, mientras él levantaba las manos dejando las armas en el suelo y acercándose a mí-¡Dije que no te acercases!

-Relájate, no te haré daño. Además, tu amigo tiene flechas envenenadas y el antídoto lo tenemos solo nosotros.

-Que raro que no dijiste novio en vez de amigo como se suele hacer. Ademas, ¿como se que puedo fiarme de ti?

-Es que yo soy especial-sonrio.

-Y una mierda, tú eres igual s todos los demas elfos.

-Y acaso tu no eres igual a todas las demas hadas?

-Te odio.

-No pasa nada-se encogió de hombros.

-No respondiste a mi pregunta.

-¿cual pregunta?

-La de como se quw me puedo fiar de ti.

-Pues para empezar, no te he matado, y para acabar, voy a ayudar s tu amigo.

-Eso puede ser una trampa.

-Y tu visita tanbien, y aun asi confio en ti.

-Bien. Curalo.

Se encogió de hombros arrodillandose mientras sus brazos se flexionaban haciendo notar musculos. Abrio la camisa de Eider dejando ver su pecho tanbien musculoso (no podían haber seres flacuchos), y le arranco las flexhas, arrancandole tambien un grito. Ambos estaban fuertes, y ambos eran guapos. Deberían concursar en Miss Universo.

-Como te llamas?

-Delia.

-Bien, Delia, tenemos que llevarlo al interior del bosque.

-Por que?

-Porque ahi estab las plantas que necesito en el mejunge qur le curara. Yo lo llevo, pero hemos de darnos prisa-dijo echandoselo al hombro con cuidado, de manera que no le doliera. Y de hecho, asi era, o al menos lo parecía. 

Asenti mientras nos adentrabamos en un mar de color verde olagado de bichos y de plantas. 

-Esta muy lejos?

-No mucho.

-Como te llamas?

-Derek.

-Oh, vale, Derek.

Asintió sonriendome mientras yo iba delante siguiendo sus indicaciones de gira a la izquierda, a ma derecha, etc., pufiendo asi apartar de Eider los espinos y demas hojas malas.

-Cuanto le queda de vida?

-Eso es ser pesimista.

-Mas bien realista.

-Es que el no te importa?

-Si, pero prefiero imaginar las cosas malas antes de que pasen y no llevarme un chasco.

-Te ha pasado algo asi en la vida?

-No, pero soy de mente abierta.

-Ah, genial. Por cierto, ya hemos llegado-dijo mientras había un jardin de flores negras iluminadas por la luz 
del sol.

Dejo a Eider en el suelo y recogio un par de flores mientras spretaba sus petalos dejando que corriefa el liquido ese por su palma, usada como bol.

Yo me sente al lado del herido cogiendo su mano y observando su rostro.

-Tampoco me respondise a la pregunta de antes.

-¿Cuál? 

-Cuánto le queda de vida.

-Poca, pero sobrevivirá, porque esto ya está-dijo comenzando a aplicar el mejunje, aliviando así el nudo que tenía en el pecho pero no sabía que estaba.

Emitió gemidos de dolor, mientras acababa. Ahora el tritón tenía el pecho y cintura algo negros.

-Oh, Dios mío, ¡gracias!-me lancé a sus brazos abrazándolo. Había pasado mucho miedo por Eider. 

Oí un gruñido y mi nombre.

-Delia, ¿qué haces abrazándolo? Tenemos que irnos, no hemos venido aquí para ligotear.

-No ligaba, solo le agradecía que te hubiera salvado.

-Bah, habría sobrevivido igual-se incorporó como pudo sentándose y mirándome-. Nos vamos a ver más cosas.

-Él puede ser nuestro guía.

-¿Qué te pasa con él? ¿Te gusta o algo?

-Solo lo conozco de hace una hora, Eider.

-¿Entonces?

-¿Es que no puedo hacer amigos?

-¿Con él?

-Sí, ¿qué pasa?

-Nada, pero veo que ya te gusta porque le abrazaste.

-Pues perdona por agradecerle que cuidara de ti. Y perdona también por disculparme. ¿Debo disculparme por algo más?-me levanté para irme-. ¿O es que quieres un abrazo en secreto y así lo expresas?

-Yo no quiero un abrazo, yo apunto más alto -dijo levantandose con dificultad mirandome los labios.

Sabeis el momento ese en novelas en que el chico dice algo y la chica inocente lo mslpiensa? Bien, pues yo habia destronado a eda chica, y mis mejillas sonrojadas eran uns prueba de ello.

-Ests bien, tranquilizaos los dos-dijo Derek, que como era tr an listo, para calmarnos puso el brazo sobre mis hombros.

Eider gruño como un perro del infierno, y si las miradas matase, Derek estaria muerto. Hecho cenizas. En el centro de la tierra.

-Yo puedo enseñaros mi mundo, hay cosas muy interesantes.

-Gracias, pero podemos descubrirlas solos.

-Y de manera más lenta, también.

-Estoy herido, iría lento de todas maneras.

-Va, dejadlo vosotros dos. Derek, ¿dónde nos llevarás?

-Al palacio, porque le daré una camisa y cogeré comida, y después al puerto.

-¿Qué hay allí?

-Espectáculos-sonrió, y comenzamos a caminar siguiéndole con curiosidad.

Pasaron 2 horas de lenta y larga cmainata, hasta que llegamos al palacio. Se alzaba blanco e impotente por encima de nustrras cabezas, rodeado de hojas que habían ido creciendo, y que le daban color. Personas entraban y salían, y nosotros fuimos de las que entramos.

-Esperad aquí, iré a buscar las cosas.

Asentimos y yo puse la mano en el hombro de Eider, que tiritaba de frío y dolor. Se tensó, pero no dijo nada.

-¿Te encuentras bien?-dije acariciando su hombro.

-Sí-dijo mirando a Derek que le dio una camiseta blanca y se la puso rápidamente, para después completar su atuendo con una chaqueta de cuero. Lucía muy guapo, le quedaba bien. Y no, no tenía por qué gustarme por ello, solo era una opinión.

-Y la comida está...-dijo estirnado el cuello mirnado a la gente, hasta fijarse en una señora que traía una mochilla llena de comida y bebida, y la señaló-. Ahí.

Yo me quedé callada esperando a que acabase, que por suerte no tardó mucho, solo unos 5 minutos.

-Bien, ya estamos listos-dijo alegremente.

-¿Hay que caminar más?-me quejé

-Sí, pero puedes volar.

-Oh, cierto, ¡lo había olvidado! De tanto caminar... Dios-dije dando un salto y agitando las alas volando feliz. Me sentía libre de nuevo, sobretodo al tener más espacio para volar. Salí de aquel palacio gritando felizmente.

No me podía creer de que se me había olvidado, pero es que ya me había acostumbrado a caminar.

Los vi salir corriendo y buscarme con la mirada, aunque solo Eider me vio. Y estaba... ¿Sonriendo?

Descendí elegantemente y aleteé ya en el suelo moviendo las alas.

-Echo de menos el agua-dijo él en voz baja.

-Tranquilo, puedes zambullirte en el puerto-le dije sonriendo.

-Ah, estás aquí-dijo Derek al verme, y yo asentí-. Debemos ponernos en marcha ya, no sea que acabe.

-Claro, ¡vamos!

Me volví a elevar, vigilándoles desde las alturas. Era como si fuera su ángel guardián. Y les protegí hasta que llegamos al puerto, donde habían piratas riendo y cantando, con los seres, ya turistas o no, observándoles.

-¿Ese es el espectáculo?-pregunté.

Derek lo afirmó moviendo la cabeza.

-Pero he oído que son peligrosos.

-Estos no, son amistosos.

-Oh, vale... Ahora vuelvo-dije viendo como Eider se alejaba, así que lo seguí.

-Hey, ¿dónde vas?

-A buscar un lugar alejado para zambullirme.

Al parecer lo enocntró, porque sin pensárselo dos veces se tiró al agua, salpicándome las piernas. Me senté en el bordillo que había observando su sombra bajo el agua nadar con velocidad. Probablemente se estaba sintiendo igual que yo cuando volé. Quizás hasta se curase... Pero yo no sabía nada de los tritones. Y así me quedé pensando, mientras le miraba.

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