domingo, 14 de febrero de 2016

Capítulo 3

Observé fascinada desde mi escondite como se zambullían en el agua y competían entre ellos, ganando uno que, por desgracia, apareció delante de mí descansando mirando el cielo con vagueza. Rápidamente detuve el aleteo de mis alas ya que provocaba un zumbido, y me apresuré a esconderme lo máximo posible observando su cabello de una mezcla de colores extraños y sus ojos ausentes del mundo, como si imaginase algo mejor, algo distinto, algo fuera de la rutina.

Dirigí mi mirada hacia donde estaba su hermano, o eso creía que era, ya que al observarlos antes reír y jugar lo parecieron, sobretodo por la superioridad del mayor y la queja del pequeño, ambos tan bromistas y a la vez tan unidos.

No controlé mi tentación y volé tratando de hacer el mínimo ruido posible para observarle mejor, sobretodo su cola de pez que para mí era lo más fascinante e intrigador que había visto. Pero, como era típico, hubo un problema. Debo decir que nunca me había pasado antes. Y tranquilos, que ni se me cayeron las bragas ni sentí mariposas en mi estómago. No. Simplemente, me hice grande. Quiero decir, mis brazos y piernas se alargaron, mi altura creció, mis alas también. ¿Mi reacción? Chillar. Chillar de pánico como nunca antes, mirándome y luego, al ver que él, el único que me había oído, me miraba asustado y sorprendido, salí corriendo tropezándome con la arena yendo en dirección a la selva. Mientras tanto, buscaba con desesperación mi brújula. Adivina qué. No la encontraba. Daba igual, lo importante era correr, ya que estaba en territorio enemigo, y, por tanto, en peligro.

Corrí y corrí, mientras oía el grito del tritón diciéndome que parase, pero no pensaba hacerlo. Por favor, es como si te apuntan con una pistola y te piden que te relajes. Y una mierda, chavalote. Bien, pues por ahí iba, corriendo como alma que lleva el diablo. Mis piernas dolían ya que no estaba acostumbrada a correr, pero si trataba de volar, mis alas no podrían aletear con fuerza, ni siquiera extenderse bien, por la cantidad de árboles que había. Estaba atrapada.

Así que a pesar de eso, ignoré las fuertes punzadas de mis piernas y traté de salatr un río, observando mi piel ligeramente lila y mis alas causar arcoíris en el agua. Pero dije traté, y eos se debe a que alguien cogió mi pie tirándome al suelo, y cuando su cabeza emergió mirándome y sus ojos hicieron contacto con los míos... No, no me había enamorado. Pero sí que me podía declarar muerta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario