sábado, 27 de febrero de 2016

Capítulo 21

Suspiré con una estúpida sonrisa en mi rostro. Este chico iba a terminar de volverme loca... Pero no me 
importabla, su regalo había sido... Dios, ni siquiera sabía cómo describirlo. ¿Espectacular? No. ¿Flipante? 

No. Simplemente no encontraba las palabras adecuadas.

Y Derek había sido muy amable, al prepararme semejante fiesta y comportarse como un caballero conmigo. 
Le estaba muy agradecida, pero aun así Eider no salía de mi cabeza. Eider, Eider, Eider... Todo Eider. ¿Qué 
me estás haciendo?

Suspiré y me retiré a la habitación que me habían preparado, con las paredes pintadas de negro y una 
cómoda cama blandita de color verde tambie´n, con las sábanas cin la textura de una hoja. Me puse una 
bata verde que me habían prestado y me tumbé, cerrando los ojos, descansando. Y me dormí.

A la mañana siguiente desperté, descubriendo mi desayuno a mi lado. Me lo comí con prisas, y después de 
vestirme fui corriendo a buscar a Eider. Aquel día tenía ganas de aventuras, de pasarlo bien y relajarme.

Como me imaginaba, lo encontré alejado de todos, pensando, o eso parecía.

-Eider, ¡hey!-dije alegremente con un nuevo vetsido que me llegaba hasta los pies, esta vez de color verde. 
Todo era verde, en verdad.

-Hola-dijo a secas, aunque yo ya me había acostumbrado.

-Vamos a nadar.

-¿Qué?

-Que vamos al agua, a pasarlo bien-reí alegremente cogiendo su mano, sintiendo su suave tacto, y lo levanté.

-¿Te has vuelto loca?

-No-me reí mientras emoezaba a correr, y él me seguía con el ceño fruncido.

-Pero, ¿y tus alas?

-Tengo las hojas, las pedí, solo necesito que las machaques y apliques.

-Ya veo que te gustaron mis masajes.

-Sí, son agradables.

Rodó los ojos.

-¿Por qué iba a hacer eso?

-Porque lo quieres pasar bien conmigo, en el agua. En el fondo lo sabes, y te gusta tocar mis alas.

-Tus fantasías me hacen gracia, Delia.

Yo solo sonreí y le tendí las hojas, que a regañadientes aceptó y machacó. Comenzó a extenderlas por mis 
alas con su delicadeza tipica en ello.

-¿Sabes nadar?-me pregunto.

-Ostras! No-rei nervioda.

-Lo imaginaba, Hada. Supongo que tendré que enseñarte.

-Si! Es genial.

-Por que estas tan alegre?

-Porque ayer fue un dia genial y hoy me levante con ganas de vivir aventuras!

-Y de comportarte como una niña-dijo rodandl los ojos-. Espera, lo de que ayer fue un día genial es por 
Derek?

-Un poco. Pero sobretodo por ti, mr encanto tu regalo y me siento muy afortunada de que me lo dieses.

No sonrio, pero sus ojos volvieron a ser mas calidos, como el agua iluminada por rayos de sol, dejandola 
calentita después de ser fría durante mucho tiempo.

-Vamos al agua-dije una vez acabo, y cogiendo su mano, (lo cual se me estaba haciendo costumbre ya que 
me parecia que encajaba con la mia y me daba seguridad y proteccion), y le lleve al agua.

El fue el primero en zambullirse tal cual, mientras yo solo había metido los dedos del pie.

-Vamos, Delia, entra, o es que tienes miedo?-me desafio divertido.

-No te creas, sireno-respondí vacilona, aunque en verdad me daba un miedo brutal. Nunca me había 
bañado así de golpe mojando mis alas enteras.

-Ves? Tienes miedo-se rio sacudiendo la cola y salpicandome.

-Vale, si, lo admito...

Se rio una vez mas y se acerco al bordillo. Pense que me iba a tirar o algo asi, pero extendio la mano hacia 
mi, y yo dudando se la cogí.

-Delia, te voy a coger por la cintura para levantarte e irte metiendo lentamente, vale?

Asentí lentamente mientras su mano se apoyabs en mi cintura y la que sujetsba mi mano se deslizaba hacia 
abajo poniéndola en mi cintura tambien. Flexiono los brazos, levantandome, dejándome asi vee su espalda. 
En su omoplato tenia como la cicatriz de una quemadura, que ponia AA. Me preguntaba qué sería y el 
motivo. Y me lo pregunté durante unos segundos, hasta que comenzó a bajarme y entonces me puse palida
al sentir el agua por los tobillos.

-Eider, me da miedo...-susurre poniendo las manos en sus hombros.

-No te preocupes y confia en mi-dijo, y yo asentí tembando de frío.

Fue bajándome, mientras que yo para tranquilizarme me fijaba en sus músculos, logrando así distraerme. La verdad es que tenía fuerza, lo veía en el movimeinto lento que hacía al bajarme, y tmabién en lo que se inchaban sus brazos.

El agua me llegó por la cintura, y comencé a tiritar mientras el vestido se agradaba bajo el agua, como flotando.

Mis pies no tocaron tierra, pero mis alas sí que tocaron agua. Me recorrió un escalofrío del miedo que tenía. Esperaba que y si Eider me soltaba, me ahogaría.

-Bien, Eider, ahora tienes que enseñarme a nadar si no quieres que muera-dije aclarándome la voz, aunque probablemente notó el miedo.

-Vale, capitana. ¿Crees que podrás flotar?

-¿Crees que podrás volar?

-No.

-Pues eso mismo.

-No seas borde que te dejo caer-me amenazó.

-Eh, ¡eso es trampa!-me quejé.

-Es la realidad.

-Odio la realidad-agité las alas inquieta.

-Vale, vale, hadita, aprendamos a nadar. Túmbate.

Sin esperar respuesta me tumbó y tal cual me soltó. Como me quedé rígida sin moverme, floté.

-¿Ves como no pasa nada?

-Te odio, maldito-dije entre dientes mirándole por el rabillo del ojo. No me atrevía a moverme.

-Sí, lo que digas, ahora relájate, yo estoy aquí y no te pasará nada.

-Pero me soltaste.

-A veces la gente necesita un empujón para incoporarse.

Maldito sireno sabio.

-Bien, Delia, ahora mueve las piernas de arriba abajo, primero una y luego la otra.

Lo hice, sintiendo ue me deslizaba hacia atrás.

-Y haz lo mismo con los brazos-continuó con las instrucciones.

Hice lo que me decía con algo de temor, pero decidiendo confiar en él. Si me pasaba algo, él me salvaría,  ¿cierto? Eso esperaba.

Noté como nadaba, y mi corazón latió rápido.

-Dios, ¡lo estoy haciendo!-grité emocionada.

-Muy bien, hadita. Ahora debes hacerlo bocabajo.

-¡¿Qué?! ¡¿Bromeas?!

De la impresión me puse recta, y la consecuencia, fue, bueno, hundirme. Grité, o lo intenté, pero mis pulmones se llenaban, mientras pataleaba y me movía desesperada. Tosía del agua tragada, pero cada vez tragaba más.

Mi muñeca fue cogida y con fuerza me sacaron, pudiendo así respirar y toser.

-Joder, el agua del mar es una mierda.

Me dio palmadas en la espalda, no palmaditas, palmadas, y mientras me quejaba del dolor, me quejaba del agua.

-¿Estás bien?

-Sí, pero mejor vuelo un rato-dije elevándome y de esa forma se proyectaron arcoíris ya que los rayos de sol traspasaron mis alas-. Wow, ¡mira!

Señalé el agua fascinada.

-¿Por qué te sorprendes? Pensé que las hadas visitais el arcoíris.

-Eso es un mito, algo estúpido también.

-Vosotras probablemente también creíais algo así.

-Sí, tienes razón-dije mientras volaba.

Me paré, se me había ocurrido una locura. Una locura apetecible.

-Eider.

-Dime.

-¿Te gustan las locuras?

-Depende, ¿por qué?

No respondí descendiendo en picado de maner alenta, pero me quedé flotando en el aire. Cogñi sus mejillas, y le hice estirarse para así poder juntar nuestros labios. Quizás fuera pronto, pero quería sentirlos.

Mi corazón se agitó mientras nuestros labios danzaban al compás. Él me había devuelto el beso. No sabía por qué, pero sí que sabía que me estaba gustando. Sus labios erna salados y fríos debido al mar, y los míos calientes y dulces. Creo que eran opuestos, pero ya sabéis las tonterías que dicen: los opuestos se atraen.

Con lentitud nos separamos, ambos sonriendo. Ambos. Sin embargo, se movió el cabello tapándose los ojos y dejando de sonreír.

-Deberíamos seguir nadando, debes practicar-dijo carraspeando.

Asentí con una sonrisa y me tiré de cabeza con más confianza. Sabía que él me rescataría. Más adelante me esperaba él, así que me puse a su lado volando a veces, nadando otras veces, mientras él saltaba como un delfín. Los dos perseguíamos el horizonte. 

Y entonces vimos una figura negra en el mar, así que curiosos nos acercamos. Pero no debimos hacerlo, porque era el cádaver de uno de los piratas. Horrorizada, me tapé la boca, mientras Eider ponía un brazo sobre mis hombros callado. Sangre estaba esparcida pro aquí y por allá. Dios mío.









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